Hola, ¿cómo estás? Yo por el momento bien, me he sentido mejor en otras oportunidades. Pero que estos pequeños momentos no definan nuestras personalidades, son solo rachas. Te escribo con la finalidad de hacerte llegar las acuarelas que pinté en base a las fotos que me enviaste. Creo, en escencia, son tuyas, pues has hecho que las pinte, eso es lo más importante, la motivación, aquello que lo mueve.
No tengo mucho para contarte, excepto que la pasé bastante encerrado este último tiempo. Esta pandemia nos ha puesto en algunos aprietos. No solo por tener que cuidarnos a nosotros mismos, sino por tener que cuidar a aquellos que nos rodean.
Decidí escribirte esta carta a máquina para recordar un poco a qué huele el pasado. Huele a tinta, a mecanismos gastados, viejos sonidos que creía olvidados.
¿Qué puedo contarte? Todo bien por acá, la rutina es lo que mata. No sabría qué es más aburrido; si estar trabajando todo el día o estar al pedo sin hacer nada. Últimamente no noto la difirencia. Me parece todo lo mismo. Estar mecanografiando este texto, me recuerda viejas épocas de estudio. Pasábamos largas horas tipeando en la escuela. Era turno tarde. Tres largos años tipeando sobre papel, ríos de tinta en carpetas que creo haber tirado a la basura. Estoy arreglando la máquina de escribir pero todavía le quedan detalles por ajustar, hay partes de la cinta en la que la tinta no se impregnó completamente todavía, ya veremos...me quedo sin tinta...nos vemos...
Atte...
Basada en una obra en cristhianbourlot.blogspot.com.ar.