"Existen pocas personas que no se hayan entretenido, en cualquier
momento de su vida, en recorrer en sentido inverso las etapas por
las cuales han sido conseguidas ciertas conclusiones de su
inteligencia. Frecuentemente es una ocupación llena de interés, y
el que la prueba por primera vez se asombra de la aparente
distancia ilimitada y de la falta de ilación que parecen median
desde el punto de partida hasta la meta final."
Edgar Allan Poe (Los crímenes de la calle Morgue). Wikisource. Texto de dominio público p. 6
Estaba parado este mediodía en el fondo de casa; el lugar donde
pasé toda mi infancia, mi adolescencia y parte de lo que podría
considerase mi adultez. Y comencé a observar con detenimiento una
pila de basura. Para aquel que no esté familiarizado con la vida
de campo, aunque para ser preciso, no es el campo donde vivo, sino
un intersticio en el cual se combina los remanentes de una antigua
vida de campo y el lento progreso que lucha por convertir mi
pueblo en ciudad; siendo la ciudad el modelo al cual aspira todo
pueblito con deseos de progreso. Con gran satisfacción, puedo
atestiguar que la desidia política de los últimos veinte años
lograron conservar este lugar lejos del progreso. Decía, para
aquel que no esté familiarizado con las prácticas de campo, es
común hacer un lugar al fondo del terreno de una casa y amontonar
la basura, la cual después de un tiempo, supongamos un mes, conoce
la purga de un fuego abrazador. Fue aquí cuando mi imaginación
sufrió uno de esos arrebatos que suelen ser producto de la
actividad ociosa. Vívido en mi conciencia, se presentó esa gran
diferencia conceptual que los sociólogos tienen en cuenta a la
hora de explicar los hechos sociales; a grandes rasgos son dos:
los que se centran en las propiedades de la sociedad a gran escala
(Karl Marx, el Funcionalismo, el Estructuralismo, etc), y los que
se centran en los fenómenos a pequeña escala, en las pequeñas
interacciones (Max Weber, George Herbert Mead; relacionados al
interaccionismo simbólico). Estos dos enfoques buscan explicar y
corregir carencias en nuestra sociedad.
¿Qué tiene que ver un basurero con estos excelsos pensadores? La
misma pregunta me hice yo cuando comencé a comparar los aspectos
funcionales de mi casa (la casa de mi madre) y los de una gran
ciudad. A veces los principios que rigen para un elemento de un
sistema, son los mismos que rigen para el sistema completo en sí.
Veamos. En los pueblos chicos, al carecer de cloacas, recolección
de basura, agua potable, y hasta educación a veces; la experiencia
de la célula familiar se diferencia mucho de aquella familia que
vive en la ciudad. La familia de campo parece constituir un
sistema en sí mismo, mientras que las familias de la ciudad
constituyen un sistema del cual muchas veces no conocen la
funcionalidad del "todo"; es decir, la familia de ciudad está
inserta en un sistema del cual depende. Si el gremio recolector de
basura hace un paro, afecta toda la vida colectiva. Si las cloacas
no funcionan, afecta todo el sistema. Si existe una falla en el
aprovisionamiento de agua potable, sus consecuencias son nefastas
para una población indefensa que vive sobre el concreto. Muy
distinto ocurre con familias alejadas de los centros urbanos, las
cuales por lo general tienen su propio pozo de agua, su basurero,
y su pozo ciego (cloaca). Los inconvenientes también existen, pero
la experiencia de "nuestra familia modelo" de campo es diferente.
El campesino sabe que si va a depositar sus residuos orgánicos
(cloaca) en algún lugar, debe tener el cuidado suficiente como
para no contaminar las napas de agua de las cuales bebe. Lo mismo
con la basura. Una familia en el campo, que por lo general tiene
animales, sabe de las consecuencias que determinados residuos
pueden tener sobre los animales. Una bolsa de plástico, puede
convertirse en un arma letal para una vaca distraída que esté
pastando despreocupadamente.
Fue en este punto cuando llevé mi atención hacia unas gallinas que
escarbaban alrededor del basurero. Éstas hurgaban apaciblemente en
el pequeño basurero que aún no había sido purificado por las
llamas de la salvación. Imaginaba qué tipos de residuos podían
yacer en este basural. Dentro de mis conclusiones, cabía la
posibilidad de la existencia de pilas, baterías de celulares, todo
tipo de polímeros (plásticos) -ya sea en su estado "natural" de
producción o en alguna forma de residuo de la anterior purga-.
Esas pobres gallinas no tenían ni la más pálida idea de lo que el
Lithium presente en las baterías podía hacerles, tampoco lo que un
minúsculo pedacito de plástico desataría en sus pequeñas
gargantas. Pero eso es normal en esos seres irracionales, son
meros animales; no son como el hombre.
En este punto tuve que distraer mi concentración ya que me
llamaban para comer el asado que estaban haciendo. Nos sentamos en
el patio y comenzamos a comer. Yo no pude evitar ver a las
gallinas revolver el basurero como si etuvieran esperando que
surgiera un pequeño gusanito para darse el gran atracón (ese
gusanito representaba quizá nuestro suculento asado). A todo esto
en el aire había un olor distinto del asado, y le pregunté a mi
padre qué podía ser ese olor. Me dijo con toda naturalidad, "es la
carne-harina de la planta de subproducto del frigorífico de
conejos que hay cerca." Yo inquerí, "¿Y qué es esa 'carne-
harina'?" Y él que era uno de los jefes de sección de la planta de
subproducto, procedió cual orgullo de un disertante de la más
compleja teoría matemática a explicarme, "la carne-harina es el
producto que se obtiene después del tratamiento de los, por
ponerlo de algún modo claro para tu entendimiento, "residuos" de
los conejos faenados en la planta procesadora; es decir, todo lo
que no se puede vender del conejo -víceras, cabeza, patas, etc- lo
cocinamos y después lo disecamos y lo transformamos en harina." En
ese momento hizo un espacio para cortar su jugoso trozo de
costilla y tragarlo casi sin masticar; un vaso de "vino de mesa",
hecho de las mejores cepas según la etiqueta, aguardaba al lado
del plato para ayudar la ingestion de la jugosa costillita. Y
prosiguió, "el director de la empresa nos pagó un curso en Alemaña
para instruirnos en los últimos avances de la ciencia a fin de que
el proceso de producción de la carne-harina sea, no solamente
productivo y beneficioso para la empresa, sino también para el
ecosistema." A todo esto, mi padre ordenó a uno de mis pequeños
hermanos trer el postre que había comprado en la despensa local.
"Verás hijo, estas personas de la fábrica son gente altamente
preparada y siempre esperan lo mismo de uno: eficiencia,
productividad y conciencia en lo que se hace. Hay que ser
responsable en el trabajo." Yo escuchaba atentamente este discurso
y no pude evitar la pregunta, "¿Qué hacen con esa carne-harina?" Y
él contestó, "alimentan a las crías de los conejos que más tarde
entrarán a la cadena de producción. Todo está minuciosamente
pensado. Nada debe desperdiciarse. Todo es parte del sistema
productivo. Gracias a estas maravillas de la modernidad, puedes
esperar que el progreso algún día llegue en su plenitud." Como yo
me encontraba estudiando Ingeniería Social todavía, veía en su
expresión un anhelo de que algún día pudiera convertirme en el
director de una importante empresa, eso lo llenaría de orgullo;
siempre me decía que si él hubiese ido a la escuela no tendría que
haber pasado las privaciones de ser un obrero (aunque destaquemos
que era obrero "jefe"). Mi cabeza sin embargo quedó pensando en
los conejos, "¿No comen pasto los conejos?" "Comían", dijo sin
dudarlo. "Ahora comen carne-harina, es más barato, impide
enfermedades que causarían una baja en la producción, todo está
pensado." Mi hermanita más pequeña estaba ubicando los platos
pequeños y las cucharas para comer el postre. Esa era la tarea de
las mujeres, los varones hablabamos de cosas importantes. Mi
madre, que andaba con diarios viejos para ponerlos sobre el piso
de la cocina, dejó caer la tapa de uno de ellos. Mi padre y yo nos
disponíamos a comer el postre. Al mirar la hoja de diario caida a
un costado, el mismo rezaba en un titular "Las vacas locas." "¿Te
acordás, pa, de ese caso de las vacas locas en Gran Bretaña?" "Sí.
¡Estos británicos hacen cada experimentos con los animales! Les
daban algo de comer que les destruyó el sistema nervioso. Para
colmo lo transmitían a las personas que comían la carne. No saben
qué inventar ya. Por eso nosotros siempre aplicamos buena ciencia.
Con los alimentos no se debe jugar. Si la vaca come pasto, ¿Cómo
se te ocurre darle otra cosa? Son unos inconscientes." Yo estaba
completamente de acuerdo. Él había estado encargado de la carne-
harina usada para los conejos desde hacía mucho tiempo. Y sabía
más que yo en todo lo referente a la producción. Dirigí mi mirada
hacia las gallinas en el basurero y contemplé otra vez con
preocupación lo que esos animalitos hacían.
Prendí un cigarrillo y me dispuse a continuar con mis
indagaciones. La casa donde vivía, tenía su propio basurero, su
pozo ciego y su huerta, el agua ya era provista mediante un
sistema de agua corriente. Y me dije, "¿cómo una casa de familia
de campo representa en su totalidad al sistema que permite
funcionar a una ciudad?" Las ciudades son una gran familia. Ellos
tienen el pozo ciego lejos de la ciudad (cloacas) pero lo tienen;
tienen el basurero lejos, pero lo tienen; tienen los animales
lejos (o creen tenerlos), pero los tienen. Ven sólo una parte del
"todo" siempre. Ven la canilla abierta, pero no de dónde sale el
agua. Tienen el inodoro, pero no saben a dónde va el agua. Tiran
la basura, pero no saben dónde termina. Fue cuando me di cuenta de
lo lindo que es la ciudad. No porque sea diferente. En la ciudad
uno no sabe, y eso es toda la diferencia. Uno se desprende de la
consecuencia y vive de acuerdo a la razón.
Ya son las ocho de la noche y me dispongo a volver a la ciudad
donde vivo durante la semana. Ahí trabajo y estudio. Los fines de
semana quedo siempre con mi familia. En la ciudad tengo acceso a
conocimientos que en mi pueblito no tendría y estoy buscando ese
pensamiento que me hizo ver en la basura (residuos) una tesis que
podría incluir en mi próximo trabajo para mejorar la calidad de
vida de los ciudadanos. ¿Qué sería de este mundo sin la ciencia?
Pero ese es otro interrogante.
Cuentos y Poesías por Cristhian Bourlot se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución 3.0 Unported.
Basada en una obra en cristhianbourlot.blogspot.com.ar.
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